

- ISBN
- 978-987-46352-1-1
- Páginas
- 60
- Precio
- $400
- Formato
- 15 x 21 cm
- Edición
- 1ra
- Impresión
- 1ra
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Una chica de río
La vida en los techos
Entre lo alto y lo bajo, entre el vuelo y la excavación, entre ambos extremos se mueve literalmente, letra por letra, la escritura que es casa, casita, hogar del Ser. Nada debe quedar afuera; todo debe ser nombrado y escrito por primera vez, como un niño en la escuela. Todos somos alumnos ante el lenguaje que siempre nos excede. Pero también, Verónica nos dice que, además de alumnos, somos al mismo tiempo madre e hijo, amigo y amante, grandes y pequeños. Todo en un espacio cuyas escalas son otras: las del mundo-Arango. Las de una poesía exquisita y entrañable. Mario Ortiz
A medida que se avanza en la lectura de La vida en los techos, uno confirma fascinado un principio literario fundamental: todo buen libro re-con-figura el mundo y con-figura un espacio con sus propias leyes, objetos, personajes, recurrencias. Traza nuevas figuras con los materiales que proveen las dos dimensiones esenciales de lo real: el ámbito de las cosas y el del lenguaje. Entonces, en el umbral donde se articula nuestro mundo privado con el que ofrece el poema, se generan sutiles desplazamientos de percepción, algo así como una experiencia de extrañamiento, y uno comienza a ver todo de un modo distinto.
Ahora sí, dentro de ese peculiar espacio poético que construye Pérez Arango, lo primero que nos sale al encuentro es que las cosas no guardan las proporciones convencionales; las escalas en que se mide lo real son otras y se salen de la medida hacia lo grande desmesurado o lo muy pequeño.
Entre lo alto y lo bajo, entre el vuelo y la excavación, entre ambos extremos se mueve literalmente, letra por letra, la escritura que es casa, casita, hogar del Ser. Nada debe quedar afuera; todo debe ser nombrado y escrito por primera vez, como un niño en la escuela. Todos somos alumnos ante el lenguaje que siempre nos excede. Pero también, Verónica nos dice que, además de alumnos, somos al mismo tiempo madre e hijo, amigo y amante, grandes y pequeños. Todo en un espacio cuyas escalas son otras: las del mundo-Arango. Las de una poesía exquisita y entrañable.
Qué más se le puede pedir al lenguaje.